Fauna

© Santiago Rosado

Es una de las especies de canidos de bosque alto andino que se encuentra en buen estado de conservación de la especie gracias a su facilidad de reproducción y de gran distribución por casi toda Latinoamérica e incluso puede llegar a confundirse con un perro común.

© Daniela Rodríguez Dueñas


 Zorro Perro

Cerdocyon thous

© Camila Quejada Bermudez 

Colibrí

Colibri coruscans

© Sofía Estrada

A la llegada de los primeros seres humanos al territorio de la Sabana de Bogotá, hace más de 12.000 años, los Cerros Orientales, en aquel entonces cubiertos por vegetación de páramo, albergaban animales impresionantes, inverosímiles, si los miramos bajo los estándares actuales. Los mayores pobladores de estas montañas eran los gonfoterios o “mastodontes” (Cuvieronius hyodon, Stegomastodon platensis), una especie de “elefantes” nativos de hasta 2.5 m de altura y cerca de 4 toneladas de peso. Manadas de caballos americanos (Equus lasallei) galopaban en cercanías de estos animales, comiendo los pastos de la montaña.

Otros animales de gran tamaño habitantes de zonas altas andinas, también podrían haber estado presentes aquí, por ejemplo el perezoso gigante (Glossotherium robustum), un lento herbívoro de más de 1 tonelada de peso.

 

Matorrales y bosquecillos en sitios protegidos ocultaban al jaguar (Panthera onca), animal tan bien adaptado al frío de las montañas de tiempos glaciales, como a las calurosas selvas de la cuenca amazónica. Igualmente recorrían este territorio el puma (Puma concolor), oso andino (Tremarctos ornatus), danta de páramo (Tapirus pinchaque) y venado de cola blanca (Odocoileus virginianus).

Soledad

Trogon personatus 

© Leonardo Centeno

Cusumbo Andino

Nasuella olivacea

© Camila Quejada Bermudez

Es un pequeño mamífero el cual es carnívoro y se encuentra entre Colombia y Venezuela en altas montañas, además esta especie es una de las pocas que no se encuentra en alguna escala de peligro de extinción y es una de las pocas que se han logrado adaptar al aumento de las ciudades

© Daniela Rodríguez Dueñas

Los bosques centenarios que durante siglos cubrieron los Cerros Orientales también llegaron a albergar aves inesperadas. Tucanes de montaña (Andigena nigrirostris) anidando en los agujeros de viejos troncos. Periquitos de alas amarillas (Pyrrhura calliptera) volando en rápidas y ruidosas bandadas sobre el dosel, buscando árboles en fructificación para alimentarse. Quetzales o “cogüayes” (Pharomachrus antisianus) de plumaje esmeralda y escarlata, comiendo los frutos de las grandes lauráceas del bosque.

Chucha

Didelphis pernigra

© Sofía Estrada

Lagartija de Bogotá

Anadia bogotensis

Todas son aves que desaparecieron cuando los viejos bosques fueron talados y fragmentados y desaparecieron las condiciones que requerían para sobrevivir, como la presencia de viejos troncos con agujeros para criar. Afortunadamente, todas ellas siguen existiendo en montañas cercanas y más conservadas, por ejemplo hacia el macizo de Chingaza.

 

 

Aparte de las especies extintas mencionadas arriba, aún son muchas las especies de fauna que siguen poblando los Cerros Orientales. Alrededor de 30 especies de mamíferos nativos, 140 especies de aves, 6 especies de reptiles, 8 especies de anfibios y 3 especies de peces (1 de ellos introducido) hacen de estas montañas su hogar.

Es un pequeño mamífero carnívoro el cual se ha visto desplazado por la ampliación de la frontera urbana y pérdida de hábitos en la zona de los cerros.

 

© Daniela Rodríguez Dueñas

Tigrillo

leopardus pardalis 

© Camila Quejada Bermudez 

 Pava de Monte

Penelope obscura

© Camila Quejada Bermudez

Son una de las especies que habita la zona de bosques andinos, suelen encontrarse en manadas y se encuentra en preocupación menor dado a que es una especie abundante en la zona de los cerros de Bogotá, se pueden llegar a encontrar en problemas dada la ampliación de las ciudades como Bogotá.

 

© Daniela Rodríguez Dueñas

Quizás fue por los cambios climáticos al final de la glaciación, hace unos 10.000 años, o quizás por la cacería practicada por los antiguos seres humanos; o quizás por una combinación de ambos. El hecho es que los mayores representantes de la megafauna de los cerros, gonfoterios, caballos americanos y perezosos gigantes, todos se extinguieron de la región y del planeta.

Otras especies persistieron hasta tiempos recientes. Jaguares, pumas, osos, dantas y venados aún recorrían estas y otras montañas vecinas de la Sabana de Bogotá, incluso hasta hace tan poco como 100 años. Sin embargo, el aumento de la población humana, la transformación cada vez mayor de los hábitats naturales y la cacería sin control, acabaron con estos animales mayores.

Durante las últimas décadas, amplios sectores de los Cerros Orientales han estado experimentando una regeneración espontánea de la vegetación nativa, incluso en inmediaciones de plantaciones maduras de pinos y eucaliptos. Además, la cacería se ha ido reduciendo. 

 

Gracias a estos factores, las poblaciones de muchas especies de fauna de los Cerros Orientales se están incrementando. Así, cada vez es más frecuente observar aquí especies emblemáticas como el zorro (Cerdocyon thous), cusumbo (Nasuella olivacea), tigrillo (Leopardus tigrinus), borugo o tinajo (Cuniculus taczanowskii), ardilla (Sciurus granatensis) y pava de monte (Penelope montagnii). Si la protección de estas montañas y de las especies que en ellas habitan sigue siendo efectiva, tendremos fauna para rato.

 

© Mateo Hernández

Rana

Eleutherodactylus elegans

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