Last modified: 20 de diciembre de 2020
Durante los últimos meses, la Fundación Cerros de Bogotá ha iniciado una campaña de concientización ciudadana en sus redes sociales, por medio de foto montajes que le permitieran a la ciudadanía ver a Bogotá sin sus emblemáticos cerros orientales. Motivado por esta campaña un voluntario de la Fundación nos comparte su visión de la Bogotá que debemos cuidar y construir.
Autor: Pablo Andrés Guerrero Calderón, estudiante de Estudios Literarios y Filología Clásica, voluntario de la Fundación Cerros de Bogotá.
Fecha: Agosto 2020
La relación simbiótica es inevitable, el contacto del hombre con el territorio en que este habita dentro de cada orden metropolitano, acarrea inherentemente una metamorfosis dual. El desarrollo natural de un ecosistema está mayormente condicionado por las decisiones del ser humano, conseguir la sostenibilidad de cada ecosistema depende del raciocinio del mismo, pues su agencialidad es determinante en el desarrollo conjunto. Por otra parte, para el terreno natural, su rol es insonoro y para muchos invisible, pero quienes lo conocemos, sabemos que su alcance repercusivo con el aporte vital del ecosistema, no es inefable:
© Fernando Cruz / Editado por: Erika Tovar
“Nuestros grandes cerros orientales ofrecen a nuestra Ciudad, reservas subterráneas de un agua pura con la que se abastece cada hogar bogotano. Su terreno brinda un ambiente sostenible para la fauna y la flora, índice de riqueza natural. La figura de su entera dimensión es de gran valor paisajístico, todo un plus para la estética de Bogotá. Su presencia es propia del sentido de orientación de nosotros los ciudadanos, pues, si se nos indica subir… hacia el cerro vamos, si se nos indica bajar… de él nos alejamos.”
© Pouya Razavi Editado por: Erika Tovar
Así sencillamente se puede describir la magnitud de la importancia de los cerros orientales para Bogotá, nuestra labor es llevar este planteamiento a cada individuo que la desconozca, conseguirlo es darles voz a nuestros cerros, es ampliar su transmisión. Privar de voz y voto a nuestros cerros orientales, quienes permiten la sostenibilidad de nuestra querida ciudad, es una falta de doble moral, pues convivimos en simbiosis con ellos y de ellos debemos cuidar.
“Que nuestras decisiones sean asertivas para que nuestra Bogotá: orientada, mágica y confortable, ¡no pierda sus cerros orientales y termine desorientada, insulsa y vulnerable!”
© María Paula Guerrero Editado por: María Alejandra Peña
Last modified: 20 de diciembre de 2020